miércoles, 23 de abril de 2008

Un cuento de Claudio Iglesias

Hungría.


Kari está en su habitación, decorada con un poster de Ellen Allien y viejas calcomanías de los Muppets. Tiene, en su escritorio, unas hojas con ejercicios de trigonometría, la computadora, un ejemplar de La metamorfosis con un señalador en la página 25, una taza de té semivacía. La cama, a menos de un metro, se encuentra en perfecto orden. Junto a ella, sobre la mesa de luz, descansan una caja de carilina y un secador de pelo muy viejo.
“Tener que estudiar tanto me pone triste. Necesitaría irme unos días al campo, junto al Danubio, a comer sandwichs con mi novio. ¿Por qué no me llama?”
En la planta baja los padres pintan la casa de un color naranja aceitoso muy fuerte, mientras escuchan música folklórica del sur de Alemania. La madre, pasando un rodillo por la pared, se preocupa y dice:
“No sé qué ocurre con Kari. Desde que tiene esos exámenes su mirada está triste y como perdida”.
“¡Ah!”, dice el padre, subido a una silla, pasando su rodillo por el techo, “es mejor que sufra ahora y no mañana. Lo mejor es que estudie y llegue a ocupar una posición reconocida internacionalmente”.
“¿No crees que debería visitar a un médico?”
El padre baja de su silla y sube el volumen de la música, que surge de un pequeño aparato situado en el suelo, el único objeto que no está cubierto con sábanas y periódicos.
“¿No crees que ya hay bastantes problemas en nuestra Europa, como para prestarle atención a las tristezas de una niña?”, dice, señalando una de las hojas de periódico, en la que se consignan los avatares de diversas iniciativas políticas.
El sábado Kari va al cine con su novio Harald. Ven Star Wars III y luego se detienen en una plaza.
“¿Qué te gusta más, el otoño o la primavera?”, pregunta Harald, y luego ríe convulsamente.
“No sé, no quiero hablar de eso”. Kari sólo mira el suelo bajo sus pies. Pasa un rato. Harald se inquieta.
“¿Qué te gusta más, ser niña o adulta?”
El martes a las 10am Kari tiene su examen internacional de inglés. Quiere entregarlo antes que todos y obtener la calificación máxima. Pero varias cosas le pasan por la mente mientras tanto. Música de Stereo Total y escenas de Quentin Tarantino, sobre todo. Pensamientos diversos, ligados con su futuro.
“¿Voy a ganar un premio alguna vez?”
La hora termina y Kari entrega el test hecho por la mitad.
“Me pone triste que mis rendimientos no sean buenos. ¡Pero estoy tan cansada de esto, tengo tanto tedio!”. Inmediatamente descubre que la palabra "tedio" es nueva en su vocabulario.
Kari y Harald caminan juntos hacia la casa de un amigo. Es de noche.
“¿Qué te gusta más, el sol o la luna?”
A las 3pm de un viernes Kari se revuelve en la cama, sin poder dormir.
“Me ha ido mal en la prueba de inglés, pero eso no me preocupa. Voy a dejar la escuela, voy a irme de la ciudad rumbo a Berlin, a conocer artistas y desarrollar mi carrera como cantante. Ya no soporto el aburrimiento de un novio que siempre me pregunta cosas ridículas y disyuntivas, ni el de un padre intolerante preocupado por la integración regional”.
El domingo a la tarde Kari habla con sus padres. Una radio, a volumen bastante fuerte, informa sobre los focos de incendio en bosques a lo largo y a lo ancho de Europa.
“Es una decisión muy simple. Ya no quiero estudiar más. Quiero cambiar mi vida, tener romances con latinos, experimentar, trabajar en bares y pasar días enteros sin dormir, sin comer, sin ninguna de esas cosas”.
“Europa se prende fuego”, dice el padre con acento desencajado. “Nuestros bosques arden, ¿y quieres que me preocupe por una niñería?”
Kari se encuentra con Harald el martes a la salida de la escuela.
“Harald, vamos a tener que terminar nuestra relación”.
“...”
“No me preguntes qué me gusta más. Mis padres no me dejan irme a Berlin y me encuentro muy trastornada”.
La madre de Kari enciende un cigarrillo, mientras el padre, pegado a la radio, escucha sobre las actividades de los equipos de bomberos.